ANTONIO AGUILERA VITA

Almería, 1962.
aguileravita@gmail.com



¿Por qué hemos conservado nuestros nombres? Por costumbre, únicamente por costumbre. Para hacernos también nosotros irreconocibles. Para hacernos imperceptibles, no a nosotros mismos, sino lo que nos hace actuar, experimentar o pensar. Y además, porque es agradable hablar como todo el mundo, y decir que el sol sale, cuando todo el mundo sabe que es una manera de hablar. No llegar al punto de no decir más yo, sino al punto donde no tiene ya ninguna importancia decir o no decir yo.
GILLES DELEUZE y FÉLIX GUATTARI, Rizoma.

EL TIQUUN

El Tiquun es el devenir-real, el devenir-práctico del mundo; el proceso de revelación de toda cosa como práctica, es decir, el tomar lugar dentro de sus límites, en su significación inmanente. El Tiquun es que cada acto, cada conducta, cada enunciado dotado de sentido, esto es, en tanto que acontecimiento, se inscriba por sí mismo en su metafísica propia, en su comunidad, en su partido. La guerra civil quiere decir solamente: el mundo es práctico; la vida heroica en todos sus detalles.
TIQUUN, Introducción a la guerra civil, Melusina, 2008.

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EL MUNDO QUE YO NO VIVA (III)    Madrid, a 11 de julio de 2012.
UN PAÍS DE ESPECULADORES.


Querido Axil, estimado amigo:
Una semana más trato de contarte las novedosas novedades de esta Tierra-tierra en la que me has dejado el encargo de referirte de palabra, escrita, los derroteros por los que su anonadada y primitiva población transita. Hoy sólo me da el día para referirte una anécdota de esas que tanto nos gustaban, porque sus lecturas eran, a pesar de la individualidad del acontecimiento, en cierto modo, universalizables (al menos, al estilo en que la ciencia de la lógica, inventada por los humanos, permite universalizar juicios individuales en determinadas condiciones).
Un buen amigo recién separado (tú bien sabes a quién me refiero, por lo que no veo la necesidad de personalizar) está pensando vender su piso, comprado en común con su ex-pareja. Como lo compraron en aquellos maravillosos momentos en los que el banco daba el oro y el moro (es decir, el valor del piso, el de las escrituras, el de la reforma del mismo, o sea, un 30% o más por encima de lo que era la hipoteca real), hoy le deben al banco la módica cantidad de unos 230.000 euros. En realidad, para que te hagas una idea, la última tasación oficial que de ese inmueble se hizo fue de 359.000 euros. ¿Qué significa esto? Que el valor que una entidad oficial en  2005 aproximadamente daba al piso era de ese montante, es decir, ese era el precio de mercado del apartamento tan coqueto que nuestros comunes amigos tenían en el centro de Madrid. No tengo que recordarte que ni para nosotros, pobres forasteros, ni para nuestros buenos amigos, que no eran en absoluto imbéciles, aquel era el valor real de una vivienda. Aquello, en esos años de bonanza e incluso mucho antes, ya lo llamábamos “burbuja inmobiliaria” (por más que el entonces ministro de Economía, Rodrigo Rato, se negara a reconocerlo), pero nuestro amigos, si recuerdas, se dejaban el sueldo en alquileres, por aquellos momentos (pues también estaban por las nubes) y decidieron pagar al menos el valor de una propiedad. Como muchos ciudadanos de este país, nuestros amigos querían una vivienda para vivir en un lugar donde ya se compraban y vendían como churros viviendas para especular.
Tras consultar a varias empresas inmobiliarias esta semana, el “mercado” (ese eufemismo de ladrones y especuladores que utilizan todos los políticos, economistas y medios de comunicación) ofrece por su vivienda un máximo de 250.000 euros, lo justo para cerrar la hipoteca común y pagar los honorarios de la empresa inmobiliaria que vende, porque, según ella, “hay que escuchar al mercado y el mercado propone ahora esos precios”. ¡Magnífico ejemplo de sistema económico que no tasa por valores reales o necesidades, sino por la tan cacareada competitividad! ¡Plusvalía, que se llamaba (ahora es pecado hablar en esos términos, cuidado)! ¡Así les va al común de los terrícolas! O al menos a aquellos que aún creen en algo que en su momento llamaron ética (sobre lo que tengo algunas reflexiones que algún día te comunicaré para pedir tu opinión). En definitiva, si ahora venden su piso eso es lo que sacan: lo comido por lo servido, como dice el dicho autóctono.
La anécdota, sin embargo, no acaba aquí. Según parece, por fin se ha pinchado la burbuja inmobiliaria, pero ¿qué pensarás cuando escuches los argumentos del asesor de la empresa inmobiliaria que trataba de justificar un precio ajustado para la venta del piso de nuestros amigos? Más o menos eran éstos:
-                   - El precio debe ser ahora ajustado porque eso es lo que les permitirá vender pronto, que es lo que les interesa a ustedes. Si salimos con un precio más alto, hoy no venden, aunque es verdad que su vivienda es preciosa. A buen precio, yo se la vendo en dos semanas. En realidad, hay compradores que ni siquiera vendrían a ver el piso. Simplemente por las fotos, la situación, el tipo de vivienda y las calidades que tienen, a buen precio, se la compran casi sin mirar, porque es gente que tiene dinero y no la necesita para vivir, sino que la comprarían como inversión.
      (Las cursivas son mías)
Y el asesor lo decía como un secreto a voces, una confidencia que los vendedores debían conocer. Como si eso supusiera una complicidad entre vendedores que saben cómo se hacen las cosas. No tengo que contarte la indignación de nuestros amigos. Diez años pagando una hipoteca para vivir y vender ahora a un capullo para especular por el sólo hecho de que YA tiene dinero (probablemente porque YA ha especulado en otros muchos productos que nos han conducido a esta crisis). Por supuesto, pensaron, para que especulen ellos, trataremos nosotros de mantenerla y compartirla bien, al fin y al cabo somos más civilizados que ellos. Hicieron bien. Y ahora mi pregunta para ti, querido Axil, y me gustaría reflexionaras y me enviaras tu opinión, es: ¿Volverán las oscuras burbujas inmobiliarias en nuestros suelos sus garras a posar? Yo tengo mi opinión. Te la daré en otra misiva.
Que tengas salud, amigo, y buen viaje.

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