ANTONIO AGUILERA VITA

Almería, 1962.
aguileravita@gmail.com



¿Por qué hemos conservado nuestros nombres? Por costumbre, únicamente por costumbre. Para hacernos también nosotros irreconocibles. Para hacernos imperceptibles, no a nosotros mismos, sino lo que nos hace actuar, experimentar o pensar. Y además, porque es agradable hablar como todo el mundo, y decir que el sol sale, cuando todo el mundo sabe que es una manera de hablar. No llegar al punto de no decir más yo, sino al punto donde no tiene ya ninguna importancia decir o no decir yo.
GILLES DELEUZE y FÉLIX GUATTARI, Rizoma.

EL TIQUUN

El Tiquun es el devenir-real, el devenir-práctico del mundo; el proceso de revelación de toda cosa como práctica, es decir, el tomar lugar dentro de sus límites, en su significación inmanente. El Tiquun es que cada acto, cada conducta, cada enunciado dotado de sentido, esto es, en tanto que acontecimiento, se inscriba por sí mismo en su metafísica propia, en su comunidad, en su partido. La guerra civil quiere decir solamente: el mundo es práctico; la vida heroica en todos sus detalles.
TIQUUN, Introducción a la guerra civil, Melusina, 2008.

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NUEVO LIBRO COLECTIVO PARA LA SERIE "CINE Y..." DE INTRAMAR

Francisco Salvador Ventura recopila y coordina el segundo libro de trabajos sobre cine que el grupo de investigación Cine y Letras, habitualmente reunidos en torno a la revista digital Metakinema (www.metakinema.es), ha elaborado con la finalidad de tratar el tema de las ciudades. Como el anterior, Cine y Cosmopolitismo, los puntos de vista son múltiples, desde diferentes campos de las llamadas Humanidades, literatura, historia, arquitectura, urbanismo, creación. Esta vez se expusieron los trabajos en un encuentro en Lisboa, en la sede del Centro de Estudios Sociales, dependiente de la Universidad de Coimbra, al que hemos de agradecer una atención impecable y cariñosa. El número de trabajos se ha duplicado respecto al primer libro de la serie, así como el de páginas. Otro libro al exquisito cuidado de la editorial Intramar Ediciones que gracias a su diligencia pudo ser presentado en público el día de la apertura de la tercera reunión del grupo el pasado 3 de Diciembre, dedicada esta vez a Cine y Autor, cuyo libro estará a la venta en el primer semestre del año entrante.
Si pincháis en la portada podréis ver la solapa y descargarla en PDF para ver los trabajos que lo componen y el texto de la contraportada. Bueno, también podéis pinchar aquí.

Desde este blog, presento el nuevo libro que me publica Intramarediciones. Se trata de una trilogía de relatos entrañables, con un cierto toque de literatura fantástica, pero enraizados en los deseos y pasiones del ser humano. Deseos que nunca se desarrollan como uno exactamente quieres. Este es el texto de la solapa:

Augusto Kun se dispone a entrar en “el mecanismo” por última vez en su vida. A sus 45 años parece un viejo de 80. Ya se lo había advertido el viejo Max: “No está perfeccionado, querido amigo… los objetos son otra cosa. No tienen alma”. El arqueólogo se ha convertido en conejillo de Indias por culpa de un gran amor imposible y lejano.

Hasta tres años después, Lucrecio Zamora no ha sido capaz de hablar o escribir sobre la desaparición de su gran amiga (además de su único amor) Juanita Montero, gran dama de la escena, de la que él era su representante. Un cúmulo de secretos pueblan el relato de los acontecimientos que lo han conducido a su situación actual.

Pablo vive con su padre retirado, aunque, al igual que el viejo, aislado en un dormitorio que ha convertido en su mundo verdadero. En él hace su vida, incluyendo un gran amor lejano con el que mantiene una relación virtual que se convierte en imposible con el tiempo y el deseo. El viaje de búsqueda hacia la realidad le va a acarrear un cambio imprevisto en sus relaciones, tanto las amorosas como las filiales.

Un puñado de personajes cruzados viven la vida al límite tratando de hacer del limite una cotidianeidad. Son los protagonistas de esta trilogía de relatos, narrados con fina ironía entre el humor y el terror. Los tres se desarrollan entre Madrid y Atenas y sus protagonistas pretenden vivir un gran amor lejano e imposible.

Con Amores lejanos e imposibles, su autor da un salto cualitativo a la literatura adulta de una manera sorprendente, rebuscando en los entresijos del alma de sus personajes con los que el lector entabla una secreta simpatía, a pesar de la gravedad de sus actos. Todo ello, perfeccionando una narrativa trepidante, que ya apuntaba en su novela anterior, y una estructura particular que obliga al lector a reconstruir e imaginar el desarrollo lineal del propio relato.

MICRORRELATOS PARA VERANOS TEMPLADOS (1)

EL VENTANUCO

Solo un avanzar sereno permite observar los alrededores del caminar como un móvil punto de vista monocorde que planea la calle asolada camino de la playa. Mediodía de julio. No es la primera vez que observo el retrato sobre la pared de la fachada parda desconchada. Cada día, la mujer se asoma impasible a su pequeña, hasta lo imposible, ventana de casa con fachada parda. Hace que observa, que nos observa, a los viandantes, a los paseantes, a los animales que orinan las ruedas de los coches. ¿Pero observa? Tres días ha, observo desde la ventana en la fachada celeste de mi casa, enfrente, a ocultas, desde la calle en gran angular, bajando hacia la playa, desde la entrada de mi casa a la vuelta (dintel blanco sobre fondo azul celeste). La misma posición incorrecta, la misma sonrisa irresuelta, la misma mirada indeterminada. Tres días me pregunto si es una mujer aquella figura o un fresco en la fachada, un trampatojo inmóvil, una irrisoria trampa para el ojo de quien no vive ahí, un figurado rostro de mujer atónito que otea la calle en silencio enmarcado por el ventanuco. No hay pecho ni busto. El rostro ocupa la totalidad geométrica del cuadro. El cuarto día doblo el ojo y veo que algo ha cambiado en la fachada. El paseante observa de reojo, por no decir de tapadillo, por no decir al fin insistentemente, para llegar a preguntarse qué demonios es diferente en aquella monótona fachada parda desconchada. No está el rostro de la mujer que miraba en la ventana. Tampoco el ventanuco.