25/JULIO/2015
ENTRETANTO, OPINO:      LA MENTIRA DE EUROPA.

Desde un balcón de Patmos, Skala, frente al mar, hago balance de unos días frenéticos que he pasado en la que considero mi segunda patria. A veces la primera, depende del momento de angustia en el que me encuentre en España. He vuelto a ver a viejos amigos, griegos la mayoría. Atenas, como siempre, luce eterna, sus gentes pasean, toman café, refrescan sus cenas con vino o ouzo. Sus rostros, como siempre, temerosos y escépticos con lo que les viene encima. Lo que nos viene encima. Ahora y aquí voy comprendiendo la gran mentira en la que hemos vivido, una mentira "por encima de nuestras posibilidades", mucho más que esas posibilidades de consumo convulsivo en el que nos quisieron hacer caer los grandes capitales, las grandes empresas, las grandes constructoras y los bancos. Malos, siempre tóxicos los bancos. Europa ha sido desde el principio una enorme mentira que disfrazaban de color rosa euro. A Europa no la raptó Zeus, la raptó hace años el oscuro mundo financiero. Creíamos en una Europa de los pueblos, en una moneda única con la que pudiéramos viajar, conocer a nuestros nuevos compatriotas, no perder dinero en el absurdo cambio de divisas. Creíamos en una Europa que caminaría hacia la ley común, hacia el bienestar común, hacia la cultura común que nos une más que nos separa, hacía una economía común y, sobre todo, una política común que nos igualara en derechos y prestaciones a los que veíamos desde siempre como los países más avanzados del continente. 

Qué tremendo engaño. No era eso, no, amigos, españoles, griegos, portugueses, italianos, no. Poco a poco descubrimos con tristeza que el estado del bienestar que se construyó con tantas huelgas, muertes, protestas, guerras, sólo lo van a mantener, y aún así mermado, esos países que fueron aladid de derechos, engañando también a sus pueblos, que se niegan a ver cómo nos convierten a los demás en sus esclavos. Tremendo, pero cierto. Al igual que los grandes imperios coloniales consiguieron la riqueza de sus metrópolis a costa de esclavizar, someter, engañar, a los habitantes de ultramar, ahora franceses, alemanes, holandeses, sus gobiernos "democráticos" tratan de mantener sus privilegios a costa de quitárnoslos a los que también nos llaman "europeos". Han comenzado por los griegos, los primeros. 

Simplemente se trata de generar más riqueza para aquellos pocos que ya no producen, sino que ganan fortunas especulando con las deudas de los demás, de los ciudadanos o de los países, da igual. El nuevo sistema feudal se está asentando en Europa. A la postre, no sólo lo pagaremos los países del sur, que a la vez servimos de parapeto a los muertos de hambre de la tierra, para que no traten de cruzar nuestras fronteras y nos quiten nuestro trabajo y nuestro pan (salvo, claro, esos sí, si el sistema necesita un extra de mano de obra esclava. La barata ya la consiguen con las reformas laborales en España o Grecia). A la postre, este sistema feudal acabará hundiendo sus garras en el corazón de los propios países que se piensan fuertes, entre los ciudadanos comunes que han de trabajar duro para comer, y no encontrarán en qué, si no es por el sólo sustento. La nueva esclavitud amenaza a Europa. Triste.

Grecia es un estado fallido, lo ha sido siempre. Ya lo hirieron de muerte imponiendole un rey absoluto, alemán por cierto, que hundió desde el mismo momento de su independencia cualquier intento democrático. Después, se permitió y adaptó el clientelismo de corte otomano, fomentado a su vez por los distintos protectorados y los grandes prestamistas alemanes, británicos, rusos o franceses. La historia de Grecia ha sido la historia de un continuo sobresalto, de un inmenso malentendido. La gran mentira de la nueva Europa creó grandes espectativas en un país acostumbrado a no creer en sus políticos y a funcionar en la digna pobreza. Los últimos años, sin embargo, les vendieron la idea de que eran europeos, modernos, capaces de trabajar como cualquier alemán o francés, capaces de adquirir un piso gracias a los préstamos bancarios, capaces de cambiar de móvil o de coche cada año. ¿No es la misma mentira que nos vendieron a los españoles? 

La gran puñalada ha llegado. La gran estafa especulativa a la que han llamado crisis, por la sencilla razón de que las grandes fortunas ya no consiguen tan grandes ingresos porque han jugado a la ruleta rusa de la economía moderna, la que a la larga acabará destruyéndonos como planeta. Ahora piden cuentas, las cuentas de aquello que prestaron para salvar a los bancos, el gran cáncer del siglo XXI, los nuevos usureros que prestan por el 200% de interés. Piden cuentas a los ciudadanos que pensábamos que ser europeos era construir una casa política, en el sentido más clásico y aristotélico de la palabra, común, a pesar de la variedad de lenguas y costumbres ancestrales. He aquí que han comenzado machacando a los griegos, sobre todo porque se atrevieron a participar en política y votar lo que los grandes especuladores se negaban a aceptar. Pronto seguiremos los españoles si tratamos de rebelarnos. Pero irán cayendo todos en las garras del totalitarismo de nuevo cuño que es la Europa del capital, el capital que ha raptado a la hija de Agenor y continúa despedazándola impune. Tanta hybris en los tiempos clásicos atraía terribles castigos de los dioses. ¿Dónde han encerrado a los dioses, dónde? Tal vez los han comprado con activos tóxicos o les han hipotecado el Olimpo a un interés impagable para que no puedan mover un dedo. Europa se desangra. La han violado tras raptarla y la tienen amordazada encerrada en el gran zulo que la Troika ha construido para ella ex profeso en los más hondos abismos de la Selva Negra.